Inmaculada Concepción

Concepción Inmaculada - Ineffabilis Deus

Fiesta de la Inmaculada Concepción: 8 de diciembre

Es importante entender qué es y qué no es la doctrina de la Inmaculada Concepción. Algunas personas piensan que el término se refiere a la concepción de Cristo en el vientre de María sin la intervención de un padre humano; pero eso es el Nacimiento Virginal. Otros piensan que la Inmaculada Concepción significa que María fue concebida "por el poder del Espíritu Santo", de la misma manera que lo fue Jesús, pero eso también es incorrecto.

La "Inmaculada Concepción" no se refiere ni a la concepción de Jesús ni a un nacimiento virginal. Es doctrina específica que la Virgen María fue preservada libre del pecado original por la gracia divina desde el momento de su concepción. La Inmaculada Concepción fue definida solemnemente como dogma por el Papa Pío IX en su constitución Ineffabilis Deus, publicada el 8 de diciembre de 1854 (Fiesta de la Inmaculada Concepción), y consagrada por el Papa Pío XII en 1942. El Papa expresó con precisión y claridad que María fue concebido libre de la mancha del pecado original. Este privilegio de María deriva de que Dios la haya elegido como Madre del Salvador; así recibió los beneficios de la salvación en Cristo desde el mismo momento de su concepción.

Por la aparición de la Santísima Virgen: 27 de noviembre de 1830 Capilla Rue du Bac 140, París, Aprendió de sor Catalina Labouré la oración: "Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti".

En la decimosexta Aparición de la Santísima Virgen María en Lourdes, el jueves 25 de marzo de 1858, Bernardita pregunta a la Señora su nombre, repitiendo la pregunta tres veces. ¡La Señora le sonríe y luego Bernadette se anima a preguntarle a La Señora su nombre por cuarta vez! Ahora se le da la respuesta: "Yo soy la Inmaculada Concepción"

Con esto, la Santísima Virgen confirmó nuevamente la verdad de Su "Inmaculada Concepción".

Papa Francisco - Oración a la Inmaculada

Virgen Santa e Inmaculada,
a Ti, que eres el orgullo de nuestro pueblo
y el amparo maternal de nuestra ciudad,
nos acogemos con confianza y amor.

Eres toda belleza, María.
En Ti no hay mancha de pecado.

Renueva en nosotros el deseo de ser santos:
que en nuestras palabras resplandezca la verdad,
que nuestras obras sean un canto a la caridad,
que en nuestro cuerpo y en nuestro corazón brillen la pureza y la castidad,
que en nuestra vida se refleje el esplendor del Evangelio.

Eres toda belleza, María.
En Ti se hizo carne la Palabra de Dios.

Ayúdanos a estar siempre atentos a la voz del Señor:
que no seamos sordos al grito de los pobres,
que el sufrimiento de los enfermos y de los oprimidos no nos encuentre distraídos,
que la soledad de los ancianos y la indefensión de los niños no nos dejen indiferentes,
que amemos y respetemos siempre la vida humana.

Eres toda belleza, María.
En Ti vemos la alegría completa de la vida dichosa con Dios.

Haz que nunca perdamos el rumbo en este mundo:
que la luz de la fe ilumine nuestra vida,
que la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos,
que el ardor entusiasta del amor inflame nuestro corazón,
que nuestros ojos estén fijos en el Señor, fuente de la verdadera alegría.

Eres toda belleza, María.
Escucha nuestra oración, atiende a nuestra súplica:
que el amor misericordioso de Dios en Jesús nos seduzca,
que la belleza divina nos salve, a nosotros, a nuestra ciudad y al mundo entero.

Amén.